Los imprescindibles
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Es sana la alternancia en el poder. Es malo apoltronarse o enquistarse en él. Sana la decisión del Congreso de limitar reelecciones. Nos recuerda algo tan simple como sabio: nadie es irremplazable. “El cementerio está lleno de imprescindibles”, dice un viejo dicho español. Los que se sienten irreemplazables, son los más prescindibles de todos. El mundo sigue girando y de lo más bien sin personas que –o ellos mismos o su comparsa– sentían claves para un negocio o proyecto.
Ejemplos tenemos varios. A Steve Jobs hubo que “invitarlo” a dejar Apple para que el negocio pudiese seguir funcionando ¡Al fundador! Luego volvió, pero “reinventado” o “reconfigurado”. Bill Gates mismo dejó la administración de su imperio informático para dar lugar a nuevas ideas, proyectos y dedicarse a sus labores filantrópicas. Es un arte esto de encontrar “el momento justo” para retirarse de algo y confiarlo a otros. Entre más viejos, tanto más nos aferramos a un proyecto, pensando que “nadie lo hará mejor que yo”. No es fácil. A veces muy doloroso e injusto o riesgoso. Sabemos de proyectos o empresas que, por prisas y abandono de la persona correcta, terminan naufragando.
Lo mudable e inestable del tiempo actual, aumentado por el efecto de la pandemia, nos obligará a “reinventarnos”; readecuarnos y mostrarnos más flexibles.
Por lo mismo, tanto más se valoran la resiliencia, tenacidad y empuje de miles de emprendedores que, por efecto de la pandemia, se han visto obligados a cambiar sus modelos de negocios, estrujando su imaginación para continuar su giro comercial, sorteando miles de escollos, muchos fatalmente golpeados por el “estallido social” de octubre pasado.
“No existe el mal tiempo, sólo ropa inapropiada”, dice un proverbio alemán. Estar preparados para los cambios será ya una realidad cada vez más habitual en nuestra agenda. Un signo de inteligencia es nuestra adaptabilidad al cambio. “No puede haber vida sin cambios, y tener miedo de lo que es diferente o desconocido es tener miedo de la vida”, dice Theodore Roosevelt.
Recordemos una lúcida observación darwiniana: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente. Es la que más se adapta al cambio”.
En este tiempo convulsionado y tensionado, atendamos a los soplos del Espíritu Santo. Una de las principales arterias santiaguinas se llama “Providencia”, por la comunidad de religiosas de la “Divina Providencia”. Ella todo lo conduce para bien. Dejarse inspirar por ella es signo de inteligencia. Sólo se requiere un corazón dócil, humilde y generoso.